El truco.

Los detalles de qué pasó en aquella casa de citas no son agradables. Solo comentar que mi primer cliente fue "rarito" y a partir de ahí todos me parecían normales y agradables (aunque siempre hay excepciones).
Aprendí muchísimo en un par de meses y emprendí mi periplo casi en solitario, con una compañera a la que no le gustaba, como a mi, que alguien se quedara con la mitad del dinero que un señor pagaba por estar con ella.
Tenía un piso en pleno centro ideal para tener citas pero le daba miedo estar sola así que las dos nos estábamos haciendo un favor.
Me dijo que yo no estaba "resabiada", que se notaba que no tenía nada que ver con las otras chicas y que le parecía buena persona.
Ella era mayor que yo. Tenía treinta años, tailandesa, abogada, seis idiomas...bastante fea. Nunca dejó de sorprenderme la cantidad de clientes estupendos que tenía. Un día me dijo cual era el truco: mucho cariño y unos masajes orientales que hacía con su vagina.

Empecé a practicar, claro está.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te apetece añadir algo? ¿rebatirme?
Estaré encantada de leerte y de responderte.