PROSTITUTA.

Tenía veintipocos años, perdí mi trabajo por culpa de un novio celoso, mi experiencia de intercambio de sexo por dinero, regalos, viajes, restaurantes, etc...no fue mala. Quiero decir que no fue traumática. Así que pensé "¿por qué no?
Decidí leer la prensa. Aquellos anuncios en los que se necesitaban señoritas liberales. Visité algunos sitios y me gustó uno porque la señora que me atendió era culta y agradable (sí, he escrito culta) y porque estaba extremadamente limpio y bien decorado. Antes de encontrarlo, mi periplo por aquellos locales fue penoso; chicas que no tenían nada que ver conmigo, ni física ni intelectualmente, pisos sucios, "jefes" desagradables y grasientos que pretendían acostarse conmigo. En fin, de todo.
El caso es que aquel piso de paredes rojas que intentaba destilar buen gusto fue el que elegí.
Los precios eran altos así que pensé que solo irían señores adinerados, pulcros y educados. Me equivocaba.

2 comentarios:

  1. Joder, que miedo. Me gusto lo del coche pero esto pinta peor.
    Yo creo que casi toda mujer se ha planteado alguna vez en su vida la posibilidad de ser puta. Por venganza a un marido infiel, por dinero, por aprender, por curiosidad o por morbo.
    Igual aparece alguna feminista que me agrede por mi comentario pero es lo que creo.

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  2. Pues yo soy hombre y me voy de putas y si fuera mujer sería puta como segunda ocupación laboral. Sexo que me encanta y además remunerado.
    Puta cara, eso si.

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